"Penélope
y los pretendientes", J.W. Waterhouse (1912)
Art Gallery & Museums
collection. Aberdeen (Reino Unido)
Sentada ante su bastidor, ella fue
dueña
del lentamente
desastroso Imperio de los días.
Sus manos la
pesada tarea asumieron
y una constancia
más fuerte que el cansancio
junto a ella se
sentó.
(Frente a la
terquedad de su dedos fabriles
el mar entonces
fue sólo una gota mesurable
y el horizonte un
mirador en torno a Ítaca.)
Un viento de
regreso silbó una madrugada:
despertar fue asomarse
a un campo de batalla asolado.
La luz fue
descubriendo la figura sentada
que acariciaba
compasivamente la tela dactilar,
su patrimonio de
trabajo y de horas,
sus madejas de
canas.
(Una costumbre de
quietud
y una tristeza
como un perro a sus pies
la rodearon de
silencio.)
Lejos resonaba la
voz, la voz de Ulysses.
Frente a su
bastidor, desesperadamente,
ella intentaba
recordar un nombre,
sólo un nombre:
el que gritaba Ulysses por las calles de Ítaca.
De su libro Itaca
(1972)
Otros
Konstantin Kavafis * Zhivka Baltadzhieva,
Francisca Aguirre * Amparo Ruiz Luján
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
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no apuntéis vuestros fusiles
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
mi alegría nada tiene que ver con la felicidad...
Otros poemas de
Maravilloso.
ResponderEliminar... cuando al fin la memoria encuentra aquello que intentaba, consciente e inconsciente, asir como una tabla de salvación.
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