viernes, 25 de mayo de 2012

"Teléfono azul", de Emilio Coco





Emilio Coco

Teléfono azul*

(Traducción de Rosa Lentini)



Has sido valiente al hacerte un hijo a medida,
paciente y sumiso por inducirlo a aceptar
el supremo martirio de la crucifixión
para tus ocultos fines (¿o por sed de amor?).
Es uno de los misterios sobre el que como buen cristiano
no me atrevo a sostener ninguna duda o desacuerdo.
Nuestros padres nos lo enseñaban con el ejemplo
si nos rebelábamos por tener razón y no por ofender,
a su modo expedito de imponer la obediencia.
Lo sé, te cuesta admitir que los tiempos han cambiado,
pero con tus métodos un poco anticuados
hoy no habrías evitado el público desprecio,
arriesgándote a pasar el resto de tus años
en prisión por plagio o por haberlo empujado al suicidio.
Mi hija, anteayer, por un ligero reproche
que intentaba restablecer la potestad paterna
-tras haber reflexionado largamente para convencerme
de la necesidad de aquel último recurso-,
se resintió hasta tal punto que cogió el auricular
para denunciar el hecho al teléfono azul,
a menos que inmediatamente, contrito y entre lágrimas,
no hubiese implorado su perdón.



 *Teléfono para la defensa de los menores.



TELEFONO AZZURRO

Sei stato bravo a farti un figlio su misura, / paziente e remissivo da indurlo ad accettare / il supremo martirio della crocifissione / per i tuoi fini occulti (o per immenso amore?). / È uno dei misteri su cui da buon cristiano / non oso mai avanzare alcun dubbio o dissenso. / I nostri genitori l’additavano a esempio / se ci ribellavamo, più a ragione che a torto, / ai loro modi spicci d’imporre l’obbedienza. / Lo so, ti costa ammettere che i tempi son mutati, / ma oggi con i tuoi metodi alquanto fuori moda / non saresti sfuggito al pubblico ludibrio, / rischiando di trascorrere il resto dei tuoi anni / in prigione, per plagio o concorso in suicidio. / Mia figlia, l’altro ieri, per un blando rimprovero / volto a ristabilire l’autorità paterna / —dopo aver riflettuto a lungo per convincermi / della necessità di quel ricorso estremo—, / si risentì a tal punto che alzò il ricevitore / per denunciare il fatto al telefono azzurro, / a meno che all’istante, contrito e fra le lacrime, / non avessi implorato il suo perdono.



















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