viernes, 30 de diciembre de 2011

"La casa", de Carmen Rubio.




Fotografía de Osselin
           
   

Carmen Rubio

  LA CASA




Nos muestra su fachada con residuos de cal.
Desde sus ojos ciegos,
cela la intimidad de su vacío.
En el cerrado espacio de la sala en penumbra,
se ha instalado un gran bosque
de sombras y raíces.

La casa, en su apatía,
se deja acariciar por las voces del agua,
del surtidor que trae noticias del jardín.
Es vieja. Ya no puede
relatarnos su historia antigua como el aire;
su historia,
mas oculta que el fuego de la tierra.

En la primera grada que da paso al jardín,
se le ha dormido el tiempo.
Despierta, como el búho
que se alumbra en la noche,
recorre las estancias con su traje de novia,
y corre las cortinas para que ningún rayo
irrumpa en su silencio
y así quedarse sola como un bulto
a quien nadie interesa.

Parece que esta casa,
como superviviente de un naufragio,
viviese recluida en su mudez,
tendida como noche en los aleros
para contar estrellas.


Fotografía de Osselin





Las fotografías -tan particularísimas como todo lo que sale de sus ojos silenciosos- son de Osselin, uno de los merodeadores más acerados de la decadencia de las cosas, y un artista realmente admirable.



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