Sara Baras |
Carlos Morales
(España, 1959)
La danza del amor y de la muerte en
Zahara
Mujer
extendida.
Mujer de un hilo rojo
al aire sujetada
por los dientes,
como lengua de fuego.
Como lengua que fuego
en el aire buscara,
como lanza que ardiera
y mi pelo rizara
hacia el trigo apuntando,
la mujer extendida,
la mujer como un arco
que en el aire dispara
de la vida tan muerta.
Y una dama guitarra
que en la noche el vestido
dejara caer,
y sus ojos me vieran
con mis crines vagar
por su cuerpo mojado.
La mujer que te mira,
la mujer que te barre
con su falda de espinas,
con su vientre de lumbre,
con sus horcas de heno.
Y una jarra de vino.
Y el puñal en la mano
que el vivir te ofreciera
con el lento bogar
de la vida que vase.
El reloj se ha parado
Y ya no veo nada.
De su libro
El Libro del Santo Lapicero,
El Toro de Barro
Tarancón de Cuenca, 2000.
Otros
poemas de
Las
danzas de Zahara.
"...La mujer que te mira,
ResponderEliminarla mujer que te barre
con su falda de espinas,
con su vientre de lumbre,
con sus horcas de heno..."Orgullo, fuerza y soberbia, pasion, brisa...
Un saludo
Es espléndido el poema, Carlos. Fluye con una hermosa tensión y con un ritmo increíble para quedarse reverberando...
ResponderEliminarUn beso.
Me emociona la belleza...
ResponderEliminarPuro sentimiento y grandeza.
Un beso.
Me encanta el ritmo, me estoy acostumbrando a él, un ritmo que insufla suspenso y aumenta el interés en cada verso.
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ResponderEliminarEste poema como todos los tuyos tiene la fuerza de la danza el ritmo de la guitarra la pasión amorosa que resguarda la vida, la vivida y la que recreamos en cada hilo rojo que extiende hacia nosotros su magia. Y por eso precisamente, Carlos, jamás el reloj se habrá de detener para ti. Porque si hubieses dejado de ver ¿cómo habrías podido reinventar los giros de su danza en el instante en que sus ojos te vieron con tus crines vagar?