miércoles, 24 de noviembre de 2010

"El niño muerto", de Gabino-Alejandro Carriedo


Fotograma de El Ladrón de bicicletas







Gabino Alejandro
 Carriedo

El niño muerto




Por ejemplo, el niño estaba realmente malo.
Nadie se sorprendía, por ejemplo,
de que la madre se pusiera triste,
de que el domingo nada de concierto,
de que, por ejemplo, el padre paseara pensativo
de la mañana a la noche por su colocación.

Por ejemplo, naturalmente, murió el niño:
se fue, pobrecito, al cielo a jugar con los caballitos del cielo.
La madre, claro, no se consolaba,
andaba de cabeza su marido con los papeles
y la vecina decía lástima de criatura,
por ejemplo.

Quieras que no tuvieron que pensar en sacarlo:
el niño olía mucho, por ejemplo.
Las cintitas azules,
una caja elegida con esmerado gusto,
por ejemplo, dos curas, una corona, un coche
y -pián pianito, al cementerio,
con los niños detrás que amigos suyos fueran,
muy vestiditos, eso sí, por ejemplo.

Por ejemplo, por ejemplo,
pronto se pasó la pena,
y la madre se pintaba asiduamente,
y en seguida volvía al ginecólogo análogo
para hablar, por ejemplo, de otro niño posible,
y el padre mientras tanto a ganarlo en la oficina,
y a decir la vecina poco bien que estará,
por ejemplo, señores, el angelito en el cielo.



De su libro





"Pequeño tratado del mundo"

"El niño muerto"








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 En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.





Poeta de 
El toro de barro





























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