Dreyer Gertrud |
Neus Aguado
La Rosa de agua
45
está la tristeza
del nacimiento
la transmitida
y después
la propia
la que crece
piadosamente
a nuestro lado
35
qué lástima haber nacido
y muerto tantas veces
en esta misma vida
sin disponer
de un reclinatorio
donde mejor llorar
40
respondes
a mi risa
¿puedo pedir
algo más
a la piedad
del otoño?
27
llegar limpia de nombres
a tu nombre
sin gestos del pasado
ni voces que reclamen
como recién nacida
que viera por vez primera
a alguien
que no fuera su madre
sin ecos reconocibles
y poder nombrar nuestra mirada
con palabras nuevas
que contengan
la profundidad
del primer día sobre la tierra
26
sueño
con unas manos
sin rostro identificable
al despertar
voy mirando
las manos
a destajo
la inquietud persiste
la indagación persiste
puedo soportar horas
mañanas tardes noches
hasta que
el desasosiego
me conduce hacia ti
allí en un despliegue
de abanico tus manos
se desnudan
a mi orfandad
sólo
las arrugas
que circundan mis ojos
las horas
busco tus manos
en todas las manos
las noches
las tardes tus manos
las mañanas
4
he cometido
muchos errores
dijiste
a mí no me importaba
uno más
sólo uno más
pero Francis Galton
acechaba desde el cuadro
y yo había dejado
el despacho
repleto de huellas
y no había tenido
hijos
por miedo a que fuesen
asesinos
fatal error hereditario
10
era la muerte
la intermediaria
lo supimos
en lo más íntimo
las muertes
nuestros padres
la muerte
de amigo y de amiga
la muerte
en el teatro
interpretándola
viviéndola
interpelándote
después de hablar
de muertes y suicidios
sólo nos quedaba
el amor
la intermediaria
lo supimos
en lo más íntimo
las muertes
nuestros padres
la muerte
de amigo y de amiga
la muerte
en el teatro
interpretándola
viviéndola
interpelándote
después de hablar
de muertes y suicidios
sólo nos quedaba
el amor
16
siempre
la atracción poderosa de la sangre
habituarse
desde la pubertad a la pérdida
estar más cerca de la vida
y de la muerte
y que este aprendizaje
sin fundamento lógico
no perturbe
demasiado
los días de sol y de amor.
11
el amor
como una luz
despacio muy despacio
casi sin darse cuenta
como una extraña flor
para el laberinto del alma
34
para el día después
llegó la lluvia
del inquieto verano
vuelve a llover
una rosa de agua
para el laberinto del alma
De su libro Intimidad
de la fiebre
El Toro de Barro, 2005.
PVP 9 Euros
Pedidos a edicioneseltorodebarro@yahoo.es
|
Otros Poemas
de Neus Aguado
"Sueños"
"Oración"
"Nec spe nec metu"
"Cínica Belleza"
"El alma, a la hoguera"
"Una temporada en el Pére-Lachaise"
"La Rosa de Agua"
________________________
Santo cielo, cuánta soledad...tanta, tanta belleza...
ResponderEliminarCecilia Domínguez Puerto.
La verdad es que impresiona esta suerte de "diálogo" entre dos amantes; esas invocaciones a la muerte y al amor que salva; también, y mucho, me golpea esa aceptación del que no parece esperar ni mucho ni poco de la vida...Creo que "Intimidad de la fiebre", al que creo que pertenecen estos pequeños poemas grandes, es, con mucho, el mejor libros que ha caído en mis manos en los últimos años. Es bueno que también a Perú nos llegen estas maravillas españolas.
ResponderEliminarPor cierto, ¿No es argentina Neus Aguado? No cambia nada, la verdad sea dicha, pero la hace un poco más nuestra.
César Sánchez (Perú)
Cuánto me han hecho llorar estos poemas tan chicos...
ResponderEliminarAndrea Saíz
Barcelona
Pequeños pero poderosos poemas de oscuridad, desolación, pérdidas y muerte. El agua como signo de vida y esperanza, para el amor que sobrevive o que llega "como una extraña flor/para el laberinto del alma".
ResponderEliminar