sábado, 26 de septiembre de 2020

«Cisne de mí», de Jaime Huenún

 


Jaime Huenún

(Chile, nación Mapuche, 1967)

 Cisne de mí

 

 
Cisne de mí, negrura de mi cuello
que oculto bajo el cielo de las aguas turbias,
hundido el corazón, perdido el canto,
lejana la bandada, de mi sangre 
                                                       sangro.
 
Solitario soy la herida de la noche,
la luna me congela el corazón y el sueño,
las estrellas caen y queman mi plumaje,
sobre el lago pardo  respiro y  
                                                   amanezco.
 
Escuchad, hermanos, al mar entre los árboles,
la inmensa soledad de las oscuras olas,
escuchad el trino del sol bajo las piedras,
la voz de los yacentes viajeros de la tierra.
 
El día que comienza en los castos nidales,
el día de totora, de barro y transparencia,
será para doblar mi cuello en herbazales,
será para rendirme a la mortal belleza
 
que me trae el viento de las altas montañas,
la neblina verde que crece y se dispersa,
el silencio de oro de la tarde en la arena,
el vuelo de los míos sobre aguas eternas. 



INCHE TA PIUPIUKÜRÜPEL
 
  
Inche ta piupiukürüpel, tañi kurü topel ta llumümnien 
ta chi trufken nge chi ko mew, 
punwiley ñi pewkemew, tripalay ñi ülkantun, 
                                                                       kamapuley ñi kiñel trokin, tañi mollfünmew                                                                                                                   mollfüken.
 
Kizulen pun allfeñ ta inche, 
chi ale fishkülmakeey mew tañi piwke ka tañi umag, 
chi pu wangülen nagkey  arelmakeeneu tañi pichun 
tachi kolü lafkenmew, neyütun 
                                                                            fey trafen.
 
Allkutuafimün, pu peñi, chi lafken rangi pu mawiza, 
ta chi fütra kishulen tachi trumin Aunanko, 
allküfimün ñi triliw ta chi antü minchekuramew müley,
ñi zugun chi pu nampulkafe  mapu mew.
 
Chi antü tuwkey chi zañemew, 
tachi tromen ñi antümew, chi chapadke, 
ayong fey tañi ponoram ñi topel, 
ta ütünentumew feype tañi nagam tañi laan azgelumew 
 
ta küpalelenew chi küruf ta fütrake mawiza mew, 
chi karütremkey fey tremkey ka nankey, 
chi milla ñiküfküle nagün antu kuyümmew,
ñi müpun ñi inchengen ta chi wenteko. 

 

 Nota del Editor:  en el año 2004, toda la población de Cisnes de Cuello negro del Santuario chileno Amwandter, en las cercanías del Río, Cruces aparecieron muertos. Fue una tragedia que nunca tuvo respuesta.


Grandes Obras de

EToro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.


















sábado, 19 de septiembre de 2020

«Biografía», de Francisco Mora.

 

Franciso Mora

(España, Cuenca, 1960) 

Biografía

 

 

 
 
desde los ojos de mi hija se ve el mar
 
yo la miro desde la orilla y entro en su cuarto y ella ensaya su cara de payasa (es casi jueves) y viene corriendo, se abraza a mi pierna, sonríe y una ola de espuma me escarcha la boca
 
se nos llenan las manos de algas y de peces y de arena
 
desde los ojos de mi hija se ve el mar
 
y yo me siento en la playa y ella se pone, muy seria, a sus tareas
 
y de repente el tiempo parece detenerse brevemente en la diadema de la muñeca a la que ahora desbarata el peinado o quizá, en esa mancha de luz
 
que se finge una pieza del puzle que yace a medio hacer sobre su mesa de juegos
 
cuánta vida mar adentro, qué de vida, fermento de más vida
 
no imagino gracia mayor ni suplicio más grande que este instante de plenitud en el que se cifra mi eternidad dormida, mi completa biografía
 
hoy cumplo 32 meses, 14 días y 17.000 noches
 
y qué alboroto de cuerpo, qué extravío de números, qué querencia tan loca por vivirnos en un solo sorbo
 
eres tan de ti tú entera, tan sin nadie llena
 
que todo rebosa en ti y arde y se derrama
 
desde los ojos de mi hija se ve el mar, y yo navego –quiero decir, sueño- el azul
 
nunca supe nadar, pero no temas, el mar siempre devuelve a la costa, más jóvenes y hermosos, a todos sus ahogados
 
y yo he cerrado un trato inquebrantable

         con tus ojos.

 

                   Del libro Palabras para conjugar tu nombre, 2009.

Grandes Obras de 

EToro de Barro
Francisco Mora, "Memorias del silencio" Ed. El Toro de Barro,  Tarancón de Cuenca, 2000. PVP: 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Francisco Mora, "Memorias del silencio"
Ed. El Toro de Barro, 
Tarancón de Cuenca, 2000.
PVP: 10 euros.



 



























"La heredad", de Carlos Morales del Coso


 

Carlos Morales

(España, Cuenca, 1959) 

La heredad

 

 

A Juan Ramón Mansilla
 
 
         Caro corpo mío, fiel esclavo
que aún viejo y cansado me sirvieras,
qué decirte hoy, qué decirte
ahora que la música me busca
en este angosto nicho
donde aguardo la noche,
qué canción silbar, qué dejarte puedo
en heredad que no sean
los nombres que no dije
o ese antiguo retrato de la cómoda
que no deja de mirarme
con la risa tranquila de los muertos.
 
De mí tan sólo queda el hombre con que escribo,
un hombre reclinado en un bastón de fuego,
el hombre que contempla esa extraña luz 
con que acaba la vida, en ese mismo instante
en que la vida, tras la devastación,
se inclina sobre el tiempo
y en su copa te ofrece
un jardín encontrado con todo lo que queda,
que lo es todo,

tu propio paraíso.


Grandes Obras de 
EToro de Barro
Juan Ramón Mansilla, "Una habitación en rojo" Col. La piedra que habla Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed. Tarancón de Cuenca, 2011. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Juan Ramón Mansilla, "Una habitación en rojo"
Col. La piedra que habla
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2011.
PVP: 10 euros
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
 

















jueves, 17 de septiembre de 2020

"Mujer bella y joven", de Maria Antonia Ricas.

 

María Antonia Ricas
(España, Toledo, 1956) 
Mujer bella y joven
 
 

 
Y la manzana verde
de sus labios
no tiene tiempo
para hacerse.
Se está yendo.
No nombrará
los fuegos invernales.
Se está yendo con joyas
todavía de niña,
casi jugando
con amuletos.
Se va apenas estando.
Ahora ya se ha ido.



De su libro Cuando sonríen, inspirado en los retratos 
de la necrópolis copta de Al Fayun.
 


Grandes Obras de 
EToro de Barro  
Salomón, "El Cantar de los Cantares”, Versión de Carlos Morales

Salomón, "El Cantar de los Cantares”
Versión de Carlos Morales
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2003.
Salomón, "El Cantar de los Cantares”, Versión de Carlos Morales
 


 

 
 

















martes, 15 de septiembre de 2020

«La balada del boludo», de Isidoro Blaisten

                                     

                                       Isidoro Blaisten  
(Argentina, 1933) 
La balada del boludo
 
 
Por mirar el otoño perdía el tren del verano. Usaba el corazón en la corbata. Se subía a una nube, cuando todos bajaban.
Su madre le decía:
No mires las estrellas para abajo,
no mires la lluvia desde arriba.
No camines las calles con la cara,
no ensucies la camisa;
no lleves tu corazón bajo la lluvia, que se moja.
No des la espalda al llanto,
no vayas vestido de ventana,
no compres ningún tílburi en desuso.
Mirá tu primo el recto
que duerme por las noches.
Mirá tu primo el justo
que almuerza y se sonríe.
Mirá tu primo el probo
puso un banco en el cielo.
Tu cuñado el astuto
que ahora alquila la lluvia.
Tu otro primo el sagaz
que es gerente en la luna.
—Tienes razón, mamá —dijo el boludo
y se bebió una rosa.
—No seré más boludo—
y se bajó del viento.
—Seré astuto y zahorí—
y dio vuelta una estrella para abajo
y se metió en el subte
y quedaron las gaviotas.
Entonces vinieron los parientes ricos
y le dijeron:
—Eres pobre, pero ningún boludo.
Y el boludo fue ningún boludo
y quemaba en las plazas
las hojas que molestan en otoño.
Y llegó fin de mes.
Cobró su primer sueldo
y se compró cinco minutos de boludo.
Entonces vinieron las fuerzas vivas
y le dijeron:
—Has vuelto a ser boludo, boludo.
—Seguirás siendo el mismo boludo de siempre.
—Debes dejar de ser boludo, boludo.
Y medio boludo,
con esos cinco minutos de boludo,
dudaba entre ser ningún boludo
o seguir siendo boludo para siempre.
Dudaba como un boludo.
Y subió las escaleras para abajo,
hizo un hoyo en la tierra
miraba las estrellas.
La gente le pisaba la cabeza,
le gritaba boludo.
Y él seguía mirando
a través de los zapatos
como un boludo.
Entonces vino un alegre y le dijo:
—Boludo alegre.
Vino un pobre y le dijo:
—Pobre boludo.
Vino un triste y le dijo:
—Triste boludo.
Vino un pastor protestante y le dijo:
—Reverendo boludo.
Vino un cura católico y le dijo:
—Sacrosanto boludo.
Vino un rabino judío y le dijo:
—Judío boludo.
Vino su madre y le dijo:
—Hijo, no seas boludo.
Vino una mujer de ojos azules y le dijo:

—Te quiero.



Grandes Obras de 
EToro de Barro 
Carlos Morales, "Un rostro en el jardín”, Col. «Cuadernos del Mediterráneo», Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2000.
Carlos Morales, "Un rostro en el jardín
Col. «Cuadernos del Mediterráneo»
Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2000.