tag:blogger.com,1999:blog-6242123700199579209.post1209603868578238011..comments2023-12-30T00:13:47.446+01:00Comments on Poesía de El Toro de Barro: «Un hombre mira a su hijo», de Nathán Yonathán El Toro de Barro editorialhttp://www.blogger.com/profile/16437003119407199331noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-6242123700199579209.post-8543549166675296712018-08-31T10:44:13.474+02:002018-08-31T10:44:13.474+02:00Carlos: el poema –como sueles decir- una verdadera...Carlos: el poema –como sueles decir- una verdadera joya, de esas que se guardan en la respiración. Porque esa mirada sobre el hijo es una pertenencia que todos llevamos dentro. Talismán, piedra de cuarzo o un jazmín esculpido en el ojal de los días. Ese tremor que nunca se aparta, que uno quisiera convertir en un escudo, para asegurar que esa mirada persiste y que nadie se la ha quebrado. <br /><br />Pero lo que quiero decir aquí, Carlos, es que tus palabras son un poema como el de Yonathán. Precisamente porque has dedicado tu tristeza a hurgar en esa perdida condición humana que hay que buscar a cuenta gotas, tapiada como está por el horror de las guerras, de la pólvora y de un odio acrecentado, que amenaza con llevárselo todo. <br /><br />Y las vas encontrando y compartiendo, como intentando encender un pequeño candil en cada ventana, desafío candoroso y silente, a que hagamos lo mismo. En cada hallazgo demuestras, sin teoría alguna distinta a la del vivir humano, que la literatura es un artificio de un hombre que lleva sobre sí –como el hombre común- todo el peso de la destrucción y que lo ha hecho consciente. Y si quienes nos acercamos a ese grito continuado y silencioso no lo hacemos nuestro, la palabra se va extinguiendo en la oscuridad de los estantes y en las murallas de las portadas. Y tú eres un portador de antorchas. Mery Sananeshttps://embusteria.blogspot.com/noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6242123700199579209.post-73660552174048981262018-08-31T10:42:35.884+02:002018-08-31T10:42:35.884+02:00Lior: así se llamaba el hijo de Nathán Yonathán, e...Lior: así se llamaba el hijo de Nathán Yonathán, el muchacho que un día le trajeron envuelto en una bandera azul y blanca de la Guerra del Líbano. Perder un hijo debe de ser el drama más terrible para un hombre, y sacar conclusiones positivas sobre esa muerte me parece cosa de milagro. Yo conozco a dos mujeres -María Fernández Cuello y la poeta Cristina Penalva- que han pasado un trago semejante y lo han convertido en una escalera al cielo, a lo mejor de sí mismas. La historia de Lyor es una historia para grabar en la piedra. Nathán la contó desde el estrado del teatro de la villa israelí de Meghar, y con ella evitó que los poetas árabes cumplieran su amenaza de abandonar el congreso de escritores pacifistas de Israel. En una de las tardes en que fue al cementerio a visitar a su hijo, se encontró a un anciano árabe que hacia la propio ante la de su vástago, que también había muerto en la misma batalla en que lo había hecho Lyor, aunque en el bando apuesto. Cuando los dos se contaron su historia, se abrazaron el uno el otro como el fuego a su aire. Y lloraron. Tuvieron el valor para abrazarse, y conjurar las fauces de su corazón, golpeado una y otra vez por los mitos que hacen del hombre un lobo para el hombre. Yo escuché esas palabras. Asombrado. Y todavía hoy, quince años después de haberlo hecho, me asalta la sensación sobrecogedora y paralizante que ofrece el haber conocido a un Hijo del valor. A un Hombre entero.....Carlos Moraleshttps://poesia-del-torodebarro.blogspot.com/2013/07/un-hombre-mira-su-hijo-de-nathan.htmlnoreply@blogger.com