El Toro de Barro

El Toro de Barro

domingo, 18 de diciembre de 2016

«La guerra», de José Ángel Leyva


José Ángel Leyva
(México, 1958)
                                                 
La guerra
       


Una canción para el caballo rojo que piafa de sed en los escombros
Un réquiem para el soldado que apunta el cañón con pulso firme
El enemigo huye con horror hacia la bala
La melodía nuclear dibuja con hollín el suelo y las paredes
con grasa de cuerpos que desintegra el resplandor y el estallido
Sobre los vidrios rotos el calor pinta siluetas
El avión los nervios las visiones el misil la mancha

Los proyectiles viajan como ángeles de fuego sin mensaje
Idiotas precisos en el arte de sembrar el caos

Un himno en lengua escrita hablada y en silencio
por la piedra que se aferra a la mano hasta romper una cabeza
Por la ira de David que va como Goliat por la victoria
por los motivos del otro contra el otro

  



Grandes Obras de
EToro de Barro

Ángel Crespo, "Oculta transparencia" (Antología 1950-1959), Introd. Toni Montesinos Gilbert. Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca 2000.

PVP: 10 euros Pedidos a:

















viernes, 18 de noviembre de 2016

«Los únicos días de eternidad de A. Tello», de Jorge Rodríguez Hidalgo




Jorge Rodríguez Hidalgo
 (España, 1961)
Los únicos días de la eternidad de A. Tello


Anoche soñé que montaba un potro blanco y
que galopaba por los andurriales periféricos de una
ciudad que suponía abandonada.

De Los días de la eternidad, de A. Tello



(
En la calle de Buenos Aires,
junto a "Pescados Videla",
la madrugada regentaba nuestra desolación
y ordenaba el caos de la amargura
que, sin saberlo, por el Atlántico
avanzaba hacia nosotros.)

Aire y nubes; miedo y angustia
y una vaga idea de las Indias colonizadoras...
Tal era tu bagaje
cuando del Nuevo Mundo llegaste
al mundo nuevo;
fueras Antonio, o Rafael,
o aquel Julián Tapia que siempre llegaba en el pasado,
llegaste con la muerte en los talones
-que era mucho entonces-,
cuando la voluntad era privilegio de héroes
o atributo de traidores
y Cary Grant estaba a punto de morir gracias a Hitchcock.

De golpe, inauguraste el mundo.
Aquí estábamos los indígenas
esperando que alguien nos dijera
que estábamos en tierra.
Viniste antonio -que es el nombre del hombre solo.
Viniste antonio, sí,
porque llegaste antonio,
sin prisas,
pues el tiempo no existía,
a pesar de que todo era tiempo entonces.
Llegaste con la muerte en los talones
-esa muerte que sólo a los poetas acecha.
Y vinimos a nacer en tu retina,
mientras el tiempo, que todo lo cubría, era aún extranjero.

La tez bruna, negro, no eras argentino
aunque argentino fueras. Eras poeta, ¡qué desgracia!
Te vimos antonio, Antonio;
te vimos llegar, te vimos merodear por la conciencia
de los que no piden espacio -ese lugar extraño-;
te vimos llegar
poniendo boca a la desesperación
de quienes no sabíamos de qué desesperábamos.

Y nos trajiste el argumento.
Fuiste Homero, con tus dedos
sonrosados por una aurora
de esperanza
que ahora nos parece arrogancia.
Nos asignaste tus atributos de hombre
para que, como personajes reales,
viéramos tu ficción de hombre
removido por el sueño a sangre del pasado.
Y nosotros, Ulises o Aquiles de ti
-porteador de la amargura-,
nos empeñamos en la obra
de tenerte siempre como padre,
o tal vez como el viejo
que nunca se despidió de ti
porque toda la muerte estaba aún por vivirse.

Ahora, ungidos de la sustancia del tiempo
-de tu tiempo detenido en la eternidad-
nosotros, los elegidos,
queremos salir de ti, antoniotello,
para disponer el silencio a tu manera,
un silencio por donde galope el potro blanco
entre hombres fabulosos
que te recuerden que el mundo
es nuevo, a pesar de todo.





 Grandes Obras de
El Toro de Barro
Ángel Crespo
No sé cómo decirlo
Ediciones el Toro de Barro
Carboneras del Guadazaón,
Cuenca 1965

Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
























jueves, 17 de noviembre de 2016

«El árbol», de Amir Gilboa


So Nathaliev, Un momento en el paraíso
Amir Gilboa
 (Ucrania, 1917 – Israel, 1984)


El árbol
Traducción de Gerardo Lewin


Por esta senda, de seguro, ya no andaré otra vez.
Ahora apoyo mi mano sobre la corteza del árbol.
Probablemente antes de que caiga la lluvia alguien distinto
pasará por aquí, apoyará también su mano sobre el árbol
y sin saberlo agregará, por sobre un toque de aire, otro.

Caerá luego la lluvia y las huellas todas de nuestras manos
se deslizarán hacia la tierra en donde nace el árbol,
serán bebidas por el suelo, alcanzarán las raíces,
subirán por el tronco y por las ramas
y darán a las hojas renovada lozanía.

Dónde estaré cuando el breve y verde aliento de mis manos
y de las manos de quienes después de mí lleguen
se fundan en la incesante brisa de vegetal eternidad.





Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2002.
PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.





















lunes, 14 de noviembre de 2016

«Ahora en este encuentro», de Enrique Gracia Trinidad



Enrique Gracia Trinidad
 (España, 1950)
Ahora en este encuentro



Cuando la fiesta del señor se acaba
y empieza la del siervo...
-quizá tan solo un niño sueña con el mar-
cuando ya desoladas las botellas ofrecen lo que no pudo
entrar en las frágiles copas...

Ahora es cuando entro en la partida, ahora
es cuando juego mi baza
y abro mi camisa.
Ahora,
cuando la noche vino a encamar al hombre del smoking
y la señora del collar y el traje supercaro
es una prostituta,
ahora que las acciones duermen en la banca
y el sereno es un búho taciturno.

Vedme bajar del humo de un cigarro o del perfume
de un frasco Made in France que se ha quedado
abierto en la consola.

Soy un nocturno pájaro sin sueño, me poso en el alero
de las torres, descubro vuestra noche,
hago de voceador, me infiltro en vuestro lecho
y voy dejando negras pesadillas en los párpados,
en los labios que alguna vez besaron,
que alguna vez besaron...
Desde las chimeneas sé lo que os ocurre,
desde los altos techos de técnica y lujuria
descubro a las parejas que se aman,
y a los que no saben qué van a comer cuando despierten.
Mi carcajada y mi llanto dibujan escalofríos
en todos los pijamas.
Pienso en mi amor dormido hace algún tiempo,
y en amplios butacones donde vivir no es ningún milagro.
Cuando viene la luz arrojo este cansancio
y enciendo un cigarrillo por el mundo.
Alguien me pide fuego y os puedo asegurar que no lo entiendo.

De su libro
Encuentros
(1972)



Grandes Obras de
EToro de Barro
Las peregrinaciones
Ediciones El Toro de Barro
Carboneras del Guadazón,
Cuenca 1965
(Agotado)