El Toro de Barro

El Toro de Barro

martes, 12 de febrero de 2013

"Soy éste", de Juan Ramón Jiménez



 Soy éste



Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.



De su libro
Eternidades,

PVP: 8 euros
Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
No era nuestro el tiempo. Era de otros que fueron nosotros
sin cicatrices, sin velos, casi desnudos.
Otros cuya piel era dorada ,
mundo con luz y menor sobresalto (…)

No aceptamos la forma que tuvimos.
Es sólo un rumor
que rinde su presencia
con sombras que nadie reconoce.

De nada sirve saber en dónde estamos:
La realidad conserva en sus umbrías
resplandores de una luz que no nos pertenece.

Vivir es costumbre,
fulgor fingido,
ilusión de ver entre tanta ceguera.


Otros  poemas de

 
















 

8 comentarios:

Paco Moral dijo...

Bueno, Juan Ramón, escribiendo "para la inmensa minoría" consiguió llevarnos a lugares bastante insospechados. Siempre es un placer maravilloso revisitarlo. Gracias, Carlos, un abrazo inmenso!

Reyi Pérez Castillo dijo...


El poema es....precioso

Mercedes López dijo...

precioso, entrañable

Carlos Morales dijo...

Puedo imaginarme lo impactante que sería para uno mismo encontrarse al lado mismo del niño que tenemos dentro: verlo ahí, fuera de nosotros, como un niño de carne y hueso. Y arrodillarnos, y abrazarlo, y decirle "no temas, pequeño, nada malo va a pasar, que yo estoy aquí, aquí, contigo"...abrazarlo, besarlo, besarlo y abrazarlo mucho....oh..... La experiencia aquella fue muy dura, pero el poema no, el poema es redentor. Nos hace mejores. Nos insta a mirarnos con piedad, a abrazar todo cuanto somos...

Rafael González Cáccamo dijo...

Yo escribi algo con un argumento parecido. ¿Qué pasa? Que lo doloroso es que ese niño posiblemente se nos quedaría mirando, nos llamaría traidor y se volvería a la cama.

Carlos Morales dijo...

No sé lo que me diría exactamente el niño que yo fui si se encontrara hoy realmente con el hombre que ahora soy al cabo de la esquina. Esa disociación la viví, lo recuerdo bien, en una terapia de la escuela de la Gestalt por la que se me instó a intentarla para poder diluir una suerte de complejo de culpa que arrastraba desde pequeño. Se trataba de abrazar al niño que fui y perdonarlo. Y, la verdad, Rafael, fue una experiencia muy dolorosa, como todas las catarsis.

María Luisa Mora Alameda dijo...

Siempre me ha gustado muchísimo este poema. Seguramente influyó en mí a la hora de escribir mi poesía

Nathalie Rozenman dijo...

Que hermosura, Carlos. No lo conocia. Que maravilloso poema. Para llevarlo en un saquito, colgado al cuello, si tuviera uno A mi tambien me sugirieron en su momento en una terapia hablarle a la nina que fui, o mejor dicho, que esta Nathalie de hoy, la madre que soy hoy,lo fuese con aquella Nathalie, la de antes. Que experiencia. A veces vuelvo a practicarlo, pero es una carga dura. Recordando escenas y momentos del pasado, la abrazo y le digo: "Ya paso, ya. Ven, vamos a casa