El Toro de Barro

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miércoles, 24 de octubre de 2012

Poesía del Holocausto: "Inercia", de Jaime Vándor



 Dominique Sanda, en El jardín de los Finzi Contini, de Vittorio de Sica (1972)


 Inercia



E n la pista de los Finzi-Contini
un mundo decadente juega al tenis.
Tras la ventana un sabio ignora perseverante
las piezas que su razón no consigue encajar.

Otros jugadores cabildean tras las tapias
un mundo emergente se apresta a ganar la partida
con diligencia sapos helados paren edictos.
¡Los libros son mofa, profesor! Engañosa coraza.

Despertad, muchachos, coged las bicicletas,
no son tiempos de ropa blanca impoluta.
Pelota va, pelota viene, out... –y de la tormenta
¿nada os susurran la red y el horizonte?

Que prevalezca el  apego a la vida sobre
la renuncia a contaros con los menos exquisitos,
vuestro destino os enfardará en el mismo paquete
esbeltos lirios cercenados con la común caléndula.

Clase con medios para ponerse a salvo,
inteligencia, saber, pero no llaneza, sensatez.
¿Es orgullo lo que os tiene clavados? ¿Fuerza interior?
¿Un honor demodé? ¿Peso y fatiga de siglos?


No os amparan los muros de la mansión señorial,
por ahí ladran: ¡olvide, señor, los visillos y la  cultura!
Micòl, Micòl-Dominique, niña, a qué estás jugando,
otra raqueta te lanzará al set de los desechos.

Afuera enfilan vagones y cielos rojizos,
hedor y ceniza sobre aldeas polacas –
talleres acelerados cosen uniformes del Fascio,
la Ferrara desafecta se resigna a volver el rostro.

... Callan las bicicletas apoyadas en la tapia
la servidumbre prepara el té con el esmero habitual.
en las pistas de los Finzi-Contini
un mundo decadente juega al tenis.





Otros poemas de Jaime Vándor

 




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© De los poemas, Jaime Vándor
© De Negra leche del alba, El Toro de Barro. 
En caso de reproducción, rogamos se cite la autoría.

































1 comentario:

Administrador dijo...

Qué añadir a un poema como ese. Jaime advierte, disecciona, dice, apuntala y quiebra a la vez un blanco que cree ser luz sin advertir los vagones de tinieblas que distraen el tic tac de una pelota lanzada al anverso de la vida.